Por Sin Reservas
Cuando una persona delinque en la comunidad de Martín García, del municipio de Guayubín, provincia de Monte Cristi, hay que amarrarla en verjas de casas, porque el cuartel es de madera, no tienen cárcel en condiciones, carece de agua potable, transporte y están a punto de desplomarse por el deterioro que presentan.
Esa comunidad cuenta con 2,500 habitantes su producción es la ganadería y los habitantes se sienten nerviosos y desesperados por la ola de atracos que se están dando por la falta policial, ya que el cuartel cuenta con un personal de solo un teniente y un cabo y su local se está cayendo y como dice el refrán llueve adentro y escampa afuera.
El local es una vieja casona, ya no le caben más agujeros, ni rendijas y la habitación donde duermen y descansan los agentes policiales está desprotegida, con aberturas que fácilmente pueden permitir que penetre una vaca o un caballo.
No hay celda, el piso está deteriorado, el baño no tiene inodoro, sino un vaciado en concreto, donde tienen que sentarse reos y policías cuando las necesidades fisiológicas apremian.
«Aquí en Martín García no hay con una cárcel para trancar los prisioneros, el techo se le está cayendo, no cuentan ni siquiera con un motor para patrullar la comunidad, le hacemos un llamado al nuevo jefe de la policía para que refuerce de más policías a este destacamento para poder controlar la delincuencia o si no ellos se van a ver obligados de darle con sus propias manos», Víctor Péñalo, presidente del comité pro-desarrollo.